China ha lanzado el Tiangong 2, el segundo laboratorio que pone en orbita –lo que marca otro paso hacia adelante en el plan de este país de construir una estación espacial a principios de la década de 2020–.
El módulo, que fue lanzado a bordo de un cohete Long March desde el centro de lanzamiento de satélites de Jiuquan, en el desierto de Gobi a las 22:04 hora local el 15 de septiembre, inicialmente volará sin tripulación en una órbita terrestre baja, pero un segundo lanzamiento previsto para noviembre llevará dos astronautas.
Tiangong 2 (que significa «palacio celestial”) transporta varios experimentos científicos, incluyendo un detector de astrofísica que es el primer experimento espacial científico construido conjuntamente entre China y varios países europeos.
“Por sí mismo, el Tiangong 2 no es un logro monumental, pero es un paso importante en un esfuerzo más amplio para finalmente construir una estación espacial china a principios de la década de 2020”, dice Brian Weeden, un experto en política espacial de la Secure World Foundation en Washington DC.
El módulo de 8 toneladas sustituye a la difunta Tiangong 1, una misión que marcó varios hitos en el programa espacial tripulado de China, incluyendo el primer encuentro programado en órbita con otra nave espacial. El control de la misión perdió contacto con la estación a principios de este año, y su órbita está decayendo lentamente. Se espera que se produzca un reingreso no controlado en 2017.
En noviembre, una nave espacial Shenzhou llevará dos astronautas a Tiangong 2 para una estancia de 30 días. Después, en abril de 2017, una nave de carga se acoplará a repostar y llevará más suministros. El módulo también llevará un brazo robótico, un prototipo para una herramienta similar que volará en una estación espacial.
PROYECTOS CIENTÍFICOS
Según se ha informado, Tiangong 2 llevará a cabo 14 experimentos. Entre ellos está POLAR, una misión internacional dedicada a esclarecer si los fotones provenientes de los estallidos de rayos gamma –que se cree pueden ser un tipo particularmente energético de explosión estelar– están polarizados. Encontrar la respuesta a esta cuestión largamente debatida podría arrojar luz sobre cómo los estallidos de rayos gamma producen este tipo de fotones de alta energía en primer lugar.
“Nuestro objetivo es medir diez explosiones de rayos gamma por año”, dice el director del proyecto POLAR, Nicolas Produit, un astrofísico de la Universidad de Ginebra en Suiza que habló con Nature desde un hotel cerca del centro de lanzamiento de Jiuquan.
El detector de €3 millones ($3,4 millones) fue financiado, en gran parte, con fondos suizos, y desarrollado gracias a la colaboración de científicos suizos, chinos y polacos, y al apoyo de la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés). POLAR es el primer experimento espacial desarrollado a través de una colaboración internacional entre China y otros países, dice Produit.
La ley estadounidense prohíbe a la NASA hacer proyectos conjuntos con las agencias espaciales de China, pero la Academia de Ciencias de China está discutiendo varias colaboraciones espaciales con la ESA. El país también ha incrementado de forma agresiva su investigación científica espacial: solo el año pasado, se puso en orbita DAMPE, su primera sonda espacial dedicada a la búsqueda de materia oscura, así como QUESS, el primer satélite de comunicación cuántica del mundo.
Esto está convirtiendo al país en un lugar emocionante para los investigadores internacionales que quieren probar ideas de ciencia espacial, ya que los proyectos de la ESA y la NASA son más lentos, dice Produit. “En China, las cosas van rápido. Ellos tienen el dinero; tienen la voluntad”, dice Produit. “China es donde ocurren las cosas ahora”.
Aún así, el objetivo principal de Tiangong 2 y de la futura estación espacial no es el de hacer ciencia, señala Weeden. “China quiere construir y operar una estación espacial por las mismas razones que los Estados Unidos y la Unión Soviética lo hicieron en décadas pasadas: prestigio”.
Fuente: Scientificamerican.com