Caries en los dientes ¿Un Problema de Salud Prehistórico?

Aunque para la mayoría de nosotros cepillarse los dientes sea una actividad rutinaria, lo cierto es que se trata de algo muy reciente cuando lo comparamos con toda la historia de nuestra especie.


Evidencias del Problema


En 1921 mineros en Kabwe, Zambia, encontraron un cráneo humano cuya principal característica era la presencia de caries en diez de sus dientes. Pertenecía a un macho Homo heidelbergensis que, aparentemente, habría muerto por complicaciones en la salud de su dentadura.


Este hallazgo es una completa novedad, ya que nuestros antepasados primitivos, raramente tenían problemas de caries. En general gozaban de buena salud dental, pese a que el cuidado apenas consistía en el uso de palillos.


De hecho, los dientes podridos no fueron un problema para el hombre sino hasta la época neolítica, con el surgimiento del cultivo, hace unos 10.000 años. Poco después, surgió una rudimentaria forma de odontología moderna. En las últimas décadas arqueólogos han encontrado evidencias, en distintas culturas del mundo, sobre la intervención sobre dientes deteriorados.


Esto no significa de ninguna manera que las caries jamás hayan atacado comunidades pre-agrícolas. Pero, “la frecuencia de caries, la cual promediaba el 1-5% en las tribus nómadas, contrastan mucho con el 10-80% de los posteriores agricultores que padecieron este mal”, comentó Alejandra Ortiz en la Universidad de Nueva York (EE.UU.).


Dichas cifras fueron reconocidas por primera vez apenas en los años 70’s, dice Marc Oxenham en la Universidad Nacional de Australia. Luego de ello, los arqueólogos dieron a conocer que el fenómeno se debía a una dieta rica en carbohidratos, producto de la agricultura.


“Supongo que la creciente conscientización sobre el mal que los azúcares le provocaban a nuestros dientes durante aquella época, motivó a los arqueólogos a deducir la razón por la cual eran tan comunes los casos de caries desde el neolítico hasta ahora”, sentenció.


Por su naturaleza errante, el hombre prehistórico se alimentaba sólo de carne y frutas, hasta la era neolítica. Foto: Pixabay.com


Otra Hipótesis


En parte, la tesis tiene sentido, ya que bacterias orales, como la Streptococcus mutans, que convierten los carbohidratos en ácidos que debilitan el esmalte, con seguridad prosperaron entre los primeros agricultores. No obstante, para Oxenham, no es del todo verosímil. “En Asia, por ejemplo, donde predomina el cultivo de arroz, no se ha demostrado una conexión directa entre la ingesta de carbohidratos, con los casos de caries. Es decir, nuestros hábitos alimenticios no se vinculan del todo con los problemas dentales”.


Una alternativa sería el aumento poblacional que experimentó la humanidad gracias al cultivo agrícola, generando que las mujeres dieran a luz con mayor frecuencia. Está demostrado que, producto del cambio hormonal en las féminas debido al embarazo, el pH en su saliva cambia, haciéndola más vulnerable a bacterias asociadas con la caries.


“Pienso que el impacto producido por la transición del neolítico en la salud oral de las mujeres, sigue siendo subestimado”, expresó James Watson en el Museo Estatal de Arizona (EE.UU.).


Por su parte, Oxenham señala que, “hemos estudiado las comunidades antiguas de Asia, encontrando una relación directa entre el aumento en las tasas de natalidad, con el deterioro en la salud dental femenina”.


Orígenes de la Odontología Moderna


No está claro el impacto que tuvo la agricultura en el aumento dramático y repentino de los casos de caries, pero si algo sí es evidente, es que las comunidades antiguas, simplemente, no soportaban el dolor, por lo que inventaron la odontología. Las evidencias más tempranas muestran que los primeros ensayos de odontología terapéutica, se dieron durante el nacimiento de la agricultura.


El año pasado, Stefano Benazzi, de la Universidad de Bolonia (Italia), examinó junto a su equipo un cráneo masculino de 14mil años de edad, encontrado en el país a finales de los 80’s. Descubrieron indicios, en uno de los molares, de intentos deliberados por raspar su superficie, con el fin de remover tejido dañado.


Con la ayuda de un microscopio, observaron que los arañazos fueron causados por una pequeña hojilla, hecha a mano, utilizada para tratar los dientes. Una tecnología muy novedosa para el momento.


Este tipo de herramientas contribuyeron al desarrollo rudimentario de tratamientos odontológicos, menciona Benazzi. Aunque son cuestionables los resultados exitosos en la praxis, por lo menos, no lo fue para el paciente de hace 14.000 años. No sería hasta unos cuantos miles de años más tarde, cuando aparecería el primer taladro dental.


No se conoce con certeza dónde fue creado, pero investigadores creen que se utilizó en Pakistán, hace unos 7.500-9.000 años. Allí, en un cementerio del neolítico, recabaron evidencia de nueve individuos que habían sido tratados con taladro. Todos tenían muelas con agujeros precisos, cada uno con diámetros de 1-3 mm. Los investigadores admiten que estos orificios no pudieron ser perforados con una simple hojilla, sino gracias a un taladro, similar a los actuales.


En 1871 James Beall Morrison patentó el primer taladro dental mecánico, que permitió que la odontología se viese como una profesión. Foto: Pixabay.com


Hoy en día, algunas tribus indígenas utilizan una herramienta denominada “bow drill”, para hacer perforaciones en los dientes. Es similar a un arco, con palos de madera y una piedra afilada en el medio, sujetada por pequeñas cuerdas. Al mover los palos, las cuerdas hacen que la piedra gire, ejerciendo la función de un taladro. Una de las tablas, similar a una regla, sirve para hacer los agujeros con total precisión.


A fin de comprobar la eficacia de esta herramienta, los investigadores italianos decidieron construir su propio bow drill y probarlo en molares reales. Los resultados fueron impresionantes, el primitivo taladro logró perforar agujeros, similares a los de hace 9.000 años, en tan solo un minuto.


Sin embargo, aún hay quienes ponen en tela de juicio que sociedades antiguas pudieran, realmente, hacer trabajos dentales tan avanzados. “Todavía existe un debate sobre si las comunidades del paleolítico superior tardío hayan desarrollado taladros rudimentarios, o simplemente hacían uso de hojillas para perforar sus molares”, comentó Benazzi.


Nuevas Evidencias


Pero tal vez nuevas evidencias logren convencer a los escépticos. El año pasado, un equipo liderado por Alejandra Ortiz, encontró en Perú, a miles de kilómetros de Pakistán, restos de dos individuos que vivieron hace más de 500 años, con perforaciones precisas en sus muelas. Similares a los molares de los sujetos del neolítico.


“Tengo la impresión de que el trabajo se realizó con dos herramientas diferentes. Por un lado, una perforación circular gracias a un taladro y por el otro, raspaduras con alguna clase de hojilla”, comentó Ortiz.


Es más, se ha encontrado evidencia en otra tribu peruana, todavía más antigua, de procedimientos odontológicos complejos. En dicha sociedad, de hace unos 1.000 años, incluso el especialista local pudo otorgar anestesia, basada en hojas de coca, para calmar el dolor de la intervención. “Este tipo de analgésicos son muy comunes entre las comunidades aborígenes”, dijo Ortiz.


Un Empaste a Base de Cera


Pero cuando de un tratamiento odontológico se trata, remover la caries no es suficiente, hace falta también rellenar el orificio. Pues bien, se han encontrado pruebas de empastes utilizados para este último fin.


En 2012, Claudio Tuniz, del Centro Internacional de Física Teórica de Trieste (Italia), estaba probando junto a su equipo nuevos escáneres 3D. Uno de los especímenes examinados fue una dentadura de hace 6.500 años, encontrada cien años atrás en una cueva, en Eslovenia. Los investigadores notaron algo inusual en uno de los molares, al observarlo con detenimiento, comprobaron que se trataba de un tapón con cera de abeja, utilizado para cubrir el esmalte sobre una perforación.


La cera para abejas habría sido una alternativa excelente para rellenos, gracias a sus propiedades antibacterianas y anti-inflamatorias. Además de ser muy manejable al calentarse, pero bastante sólida cuando se enfría.


“Parece que nuestro hallazgo se trata del primer hombre con empaste dental”, reconoce Tuniz. Quien prosigue diciendo, “hasta 2012 la mandíbula estaba en un pequeño rincón del Museo de Historia Natural de Trieste, pero ahora es protagonista, con su propia sala y cientos de visitas durante la semana”.


A pesar de nuestra avanzada tecnología para tratar los dientes, una perforación en alguna muela sigue asustando a muchos. No obstante, al comparar la escena con un humano primitivo siendo intervenido mediante herramientas del neolítico, ya deja de parecer tan terrible. Sin duda, nuestros antepasados sí supieron lo espantoso que una visita al dentista podía ser.