¿Mito o Realidad?
Cuando conocemos detalladamente algún tema en específico, decimos: “¡lo conozco como la palma de mi mano!”. Pero ¿qué tan bien conoces realmente tu propia mano? ¿y el resto de tu cuerpo?
Con frecuencia las personas comparten información incorrecta o vaga que con el paso del tiempo tiende a tomarse como un hecho verídico. Y el cuerpo humano no es la excepción. Si piensas que el alcohol puede calentar tu organismo o que los recién nacidos no sienten dolor, es debido a leyendas urbanas que se han popularizado tanto y extendido tanto en el tiempo, que se han convertido en saberes casi irrefutables. O, al menos, no solemos cuestionarlos.
Afortunadamente, la investigación científica nos permite verificar los hechos. A continuación, ocho mitos sobre el cuerpo humano que la ciencia ha desacreditado.
Nº1) Nuestras huellas dactilares son únicas
Durante más de un siglo, las huellas dactilares han jugado un papel fundamental en las investigaciones forenses. Todo comenzó con el científico y médico escocés Henry Faulds, quien, en 1888, escribió un artículo afirmando que cada persona tenía un patrón único de huellas dactilares. Actualmente, una huella dactilar en el lugar equivocado podría justificar una condena penal.
Pero no podemos sostener de forma concluyente que cada ser humano en la Tierra posea huellas dactilares únicas, pues habría que recopilar datos sobre todas las huellas dactilares de todos los hombres que hayan vivido en el planeta.
“Es imposible probar que no existan dos individuos con patrones dactilares idénticos”, dijo Mike Silverman, especialista en ciencias forenses en el Reino Unido, al diario británico The Telegraph. “Resulta, en el mejor de los casos, algo improbable; aunque también lo es que la gente gane la lotería y eso sucede todas las semanas”.
Las consecuencias de creer que los análisis de huellas dactilares son infalibles, pueden ser nefastas para quienes se vean involucrados.
En 2005, Simon Cole, un criminólogo de la Universidad de California en Irvine (EE.UU.), publicó un estudio donde detallaba los 22 casos más conocidos de errores con las huellas dactilares en la historia del sistema penal estadounidense.
En el mismo, se hizo hincapié en la necesidad de abordar esta falsa creencia con el fin de evitar que personas inocentes paguen por crímenes que nunca cometieron.
Nº2) Enrollar la lengua es genético
En 1940, el genetista Alfred Sturtevant publicó un documento en el que afirmaba que la genética determinaba la capacidad de una persona para enrollar su lengua: los padres que podían girar su lengua a voluntad, probablemente tendrían hijos que también hicieran lo mismo.
Sin embargo, tan sólo 12 años después, otro genetista, Philip Matlock, refutó esta tesis con un estudio propio. Comparó 33 pares de gemelos idénticos, descubriendo que en 7 parejas de ellos, uno podía enrollar su lengua, mientras su hermano no. Dado que los genes de los gemelos idénticos son iguales, el científico determinó que la genética no era un factor decisivo para enrollar la lengua.
A pesar de que tal investigación se llevó a cabo hace ya 65 años, la idea errónea de que poder enrollar la lengua es genético, persiste. Y aunque no se trate de un tema que ponga en riesgo la vida, puede traer un estrés innecesario.
El biólogo evolutivo, John McDonald, le comentó a la cadena de televisión estadounidense PBS, por ejemplo, que recibía cientos de correos electrónicos de niños preocupados de no estar emparentados con sus padres por no compartir esta cualidad.
Nº 3) Tenemos cinco sentidos
Los niños a menudo aprenden en la escuela que tenemos cinco sentidos: el gusto, el oído, el olfato, el tacto y la vista. Es uno de los mitos sobre el cuerpo humano más arraigados y se funda en una obra escrita por el filósofo griego Aristóteles, en el año 350 A.C.
No obstante, en realidad tenemos más de cinco sentidos. De hecho, ni siquiera los científicos están de acuerdo con la cantidad exacta de sentidos que tenemos. Según las estimaciones, deberían ser entre 22 y 33 sentidos. Algunos de esos son la equilibriocepción (sentido del equilibrio), la termorrecepción (percepción de la temperatura), la nocicepción (percepción del dolor) y la propiocepción (sentido del movimiento).
Si bien ninguno de estos sentidos adicionales incluye la capacidad de comunicarnos con los muertos, algunos son completamente esenciales para la vida. Por ejemplo, el sentido de la sed ayuda a nuestro organismo a mantener niveles de hidratación adecuados. Las personas que carecen de este sentido, una rara afección llamada adipsia, pueden deshidratarse gravemente o incluso morir.
Nº 4) Las uñas y el cabello continúan creciendo después de morir
Nuestro cuerpo hace muchas cosas espeluznantes después de morir, aunque estimular el crecimiento de las uñas y cabello no es una de ellas. Para lograrlo, debería generar nuevas células, algo que resulta imposible para un cadáver.
Este mórbido error se remonta al año 1929, cuando el escritor Erich Remarque lo inmortalizó en su novela All Quiet on the Western Front. Es más, el malentendido se debió principalmente a una ilusión óptica. Si bien las uñas y el cabello no continúan creciendo después de nuestro último aliento, nuestra piel “encoge” a medida que se deshidrata. En ese sentido, la piel se retrae, exponiendo aún más las uñas y el cabello, lo que da la impresión de que estén más largos.
Nº5) Nunca debes despertar a un sonámbulo
Aproximadamente el 7% de la población mundial sufre esta afección. La ciencia no tiene certeza qué provoca el sonambulismo ni qué hacer si nos topamos con uno.
Mark Pressman, psicólogo y especialista del sueño en el Hospital Lankenau Medical Center, en Pensilvania (EE.UU.), afirmó al portal web LiveScience que la creencia de que resulta peligroso despertar a un sonámbulo comenzó en la antigüedad, cuando la gente pensaba que su alma dejaba el cuerpo mientras dormían. Despertar a un sonámbulo, por tanto, condenaría al durmiente a una existencia sin alma.
Las supuestas consecuencias de despertar a un sonámbulo han evolucionado desde entonces: algunos dicen que podrías inducir en el sujeto un ataque al corazón, o llevarlo a la locura.
Si bien Perssman dijo que despertar a un sonámbulo no era en absoluto peligroso, sí aseveró que no era una tarea sencilla.
Ahora, dejar deambular libremente a una persona bajo ese estado, podría traer resultados devastadores. Hay antecedentes de individuos que han tenido accidentes, e incluso muerto, en medio del sonambulismo. Así pues, la mejor acción frente a semejante situación, sería guiar nuevamente al durmiente hacia su cama.
Nº6) El chicle toma siete años en ser digerido
Si crees en la leyenda, entonces el chicle que te tragaste el 2011 todavía sigue en tu estómago, tu tracto digestivo continúa trabajando en esa masa masticable. Aunque determinar el origen de esa creencia no resulta fácil, desacreditarla sí lo es.
El chicle es masticable porque contiene un elemento de goma sintética que, simplemente, no es digerible. Pero eso no significa que al tragarlo, no pueda completar el viaje a través del tracto digestivo.
Según comentó el gastroenterólogo de la Universidad de Duke (EE.UU.), Rodger Liddle, a la revista Scientific American: “el cuerpo humano es capaz de pasar una moneda mediana por su tracto digestivo sin ningún inconveniente”; por lo que una pequeña porción de chicle no es problema.
Ahora si te tragas varios chicles en un periodo de tiempo muy corto, podrías terminar en urgencias. En ese caso, la masa sintética sería demasiado grande como para completar su viaje a través de nuestro organismo, requiriendo así intervención médica. En 1998, el gastroenterólogo pediátrico David Milov publicó un estudio donde expuso tres casos de este tipo en niños y no eran para nada agradables.
Nº 7) El calor corporal se pierde por la cabeza
Este concepto erróneo no es tan viejo como algunos de los otros y se cree que tiene algo de orígenes científicos.
De acuerdo con una publicación del periódico británico The Guardian, el mito podría remontarse al año 1950, cuando Estados Unidos realizó un estudio para determinar la manera en cómo el frío afectaba los soldados.
En el experimento, vestían a los voluntarios con trajes de supervivencia árticos y observaban cómo sus cuerpos reaccionaban ante gélidas temperaturas. Si bien concluyeron que los participantes perdían su calor por la cabeza, obviaron el hecho de que era la única parte de sus cuerpos que no contaba con protección contra el frío.
Luego, dos décadas después, en los manuales de supervivencia del ejército estadounidense se incorporó esa información, enfatizando la importancia de cubrirse la cabeza para no perder el calor, fundando así esta creencia.
Según señaló The Guardian en la misma nota, ninguna parte del cuerpo tiene mayor incidencia que otra al momento de perder calor. Y debido a que la cabeza representa sólo el 7% de la superficie de nuestro organismo, no debería ser muy relevante.
Nº 8) Personas con dobles articulaciones
Seguramente ya has presenciado a alguien capaz de doblar su pulgar hacia atrás de una forma muy desagradable, o has visto personas capaces de doblar sus rodillas hacia delante. Sin duda, no se trata de una habilidad común, lo que fomenta la idea de que existen seres humanos con dobles articulaciones.
En este caso, el problema radica en la forma en cómo nos referimos a esta peculiaridad. No existen personas con dobles o más articulaciones, aunque sí hay quienes nacen con articulaciones excepcionalmente flexibles. Esta condición es llamada hipermovilidad o hiperlaxitud articular y afecta a un 10-25% de la población mundial.
La hipermovilidad aparece por huesos mal formados o ligamentos sueltos, aseguró el anatomista Michael Habib a la BBC. Además, a aparte de ser algo útil para bailarines o contorsionistas, la condición no tiene mayor impacto en la vida de los afectados.